Si los niños conviven con las críticas,
aprenden a condenar.
Si los niños conviven con la hostilidad,
aprenden a pelear.
Si los niños conviven con el miedo,
aprenden a ser cobardes.
Si los niños conviven con la compasión,
aprenden a compadecerse de sí mismos.
Si los niños conviven con el ridículo,
aprenden a ser tímidos.
Si los niños conviven con los celos,
aprenden lo que es la envidia.
Si los niños conviven con la vergüenza
aprenden a sentirse culpables.
Si los niños conviven con la tolerancia
aprenden a ser pacientes.
Si los niños conviven con el estímulo,
aprenden a estar seguros de sí.
Si los niños conviven con el elogio,
aprenden a apreciar.
Si los niños conviven con la aprobación,
aprenden a gustarse a sí mismos.
Sí los niños conviven con la aceptación,
aprenden a encontrar amor en el mundo.
Si los niños conviven con el reconocimiento,
aprenden a tener un objetivo.
Si los niños conviven con la generosidad,
aprenden a ser generosos.
Si los niños conviven con la sinceridad y el equilibrio,
aprenden lo que son la verdad y la justicia.
Si los niños conviven con la seguridad,
aprenden a tener fe en sí mismos y en quienes los rodean.
Si los niños conviven con la amistad,
aprenden que el mundo es un bello lugar donde vivir.
Si los niños conviven con la serenidad,
aprenden a tener paz mental.
¿Con qué están conviviendo tus hijos?
Del libro Sopa de pollo para el alma
Jack Canfield & Mark Victor Hansen
LiteraturaViva.com
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