Un joven pastor, que cuidaba un rebaño de ovejas cerca de una villa, alarmó a los habitantes tres o cuatro veces gritando -¡El lobo, el lobo! Pero cuando los vecinos llegaban a ayudarle, se reía viendo sus preocupaciones. Mas el lobo, un día de tantos, sí llegó de verdad. El joven pastor, ahora alarmado él mismo, gritaba lleno de terror: - Por favor, vengan y ayúdenme; el lobo está matando a las ovejas. Pero ya nadie puso atención a sus gritos, y mucho menos pensar en acudir a auxiliarlo. Y el lobo, viendo que no había razón para temer mal
Hizo Zeus una proclama a todos los animales prometiendo una recompensa a quien su hijo sea juzgado como el más guapo. Vino entonces la señora mona junto con los demás animales y presentó, con toda la ternura de madre, un monito con nariz chata, sin pelo, y enfermizo, como su candidato para ganar el premio. Una gran risa fue el saludo general en su presentación. Y ella orgullosamente dijo: -Yo no sé si Zeus pondrá su premio sobre mi hijo, pero sí sé muy bien, de que al menos en mis ojos, los de su madre, él es el más querido, el más guapo y bello de todos.
Una viña se encontraba exuberante en los días de la cosecha con hojas y uvas. Una cabra que pasaba por ahí mordisqueó sus zarcillos y tiernas hojas. La viña le reclamó: -¿Por qué me maltratas sin causa y comes mis hojas? ¿No ves que hay zacate suficiente? Pero no tendré que esperar demasiado por mi venganza, pues si sigues comiendo mis hojas y me maltratas hasta la raíz, yo proveeré el vino que echarán sobre ti cuando seas la víctima del sacrificio.
Fábula: "Los ratones poniendo el cascabel al gato"
Un hábil gato hacía tal matanza de ratones, que apenas veía uno, era cena servida. Los pocos que quedaban, sin valor para salir de su agujero, se conformaban con su hambre. Para ellos, ese no era un gato, era un diablo carnicero. Una noche en que el gato partió a los tejados en busca de su amor, los ratones hicieron una junta sobre su problema más urgente. Desde el principio, el ratón más anciano, sabio y prudente, sostuvo que de alguna manera, tarde o temprano, había que idear un medio de modo que siempre avisara la presencia del
La hija de un granjero llevaba un recipiente lleno de leche a vender al pueblo, y empezó a hacer planes futuros: -Cuando venda esta leche, compraré trescientos huevos. Los huevos, descartando los que no nazcan, me darán al menos doscientos pollos. Los pollos estarán listos para mercadearlos cuando los precios de ellos estén en lo más alto, de modo que para fin de año tendré suficiente dinero para comprarme el mejor vestido para asistir a las fiestas donde
Un niño fue herido por un gusano de ortiga. Corrió a su casa y dijo a su madre:
- Me ortigó fuertemente, pero yo solamente lo toqué con suavidad. - Por eso te ortigó – dijo la madre -, la próxima vez que te acerques a un gusano de esos, agárralo con decisión, sin caricias, y entonces será tan suave como seda, y no te maltratará de nuevo. Al insolente, irrespetuoso, o delincuente, debe demostrársele
Decidieron un día los bueyes destruir a los carniceros, quienes, decían los bueyes, estaban acabando con su gremio. Se reunieron entonces para llevar a cabo su objetivo, y afilaron finamente sus cuernos.
Llevó un mercader a su asno a la costa para comprar sal. En el camino de regreso a su pueblo pasaban por un río, en el cual, en un hueco, el asno resbaló mojando su carga. Cuando se levantó sintió aliviado su peso considerablemente, pues bastante de la sal se había diluido. Retornó el mercader de nuevo a la costa y cargó más sal que la vez anterior. Cuando llegaron otra vez al río y el asno se tiró de propósito en el mismo hoyo en que había caído antes, y levantándose de nuevo con mucho menos peso, se enorgullecía triunfantemente
Yacía un ciervo enfermo en una esquina de su terreno de pastos. Llegaron entonces sus amigos en gran número a preguntar por su salud, y mientras hablaban, cada visitante mordisqueaba parte del pasto del ciervo. Al final, el pobre ciervo murió, no por su enfermedad sino porque
Varios jóvenes, jugando cerca de un estanque, vieron un grupo de ranas en el agua y comenzaron a apedrearlas. Habían matado a varias, cuando una de las ranas, sacando su cabeza gritó: - Por favor, paren muchachos, que lo que es diversión para ustedes, es muerte y tristeza para nosotras. Antes de tomar una acción que creas te beneficia, ve primero
Pensó un día un lobo cambiar su apariencia para así facilitar la obtención de su comida. Se metió entonces en una piel de oveja y se fue a pastar con el rebaño, despistando totalmente al pastor. Al atardecer, para su protección, fue llevado junto con todo el rebaño a un encierro, quedando la puerta asegurada. Pero en la noche, buscando el pastor su provisión de carne para el día siguiente, tomó al lobo creyendo que era un cordero y lo
Un niño metió su mano en un recipiente lleno de dulces. Y tomó lo más que pudo, pero cuando trató de sacar la mano, el cuello del recipiente no le permitió hacerlo. Como tampoco quería perder aquellos dulces, lloraba amargamente su desilusión. Un amigo que estaba cerca le dijo: - Confórmate solamente con la
Un avaro vendió todo lo que tenía de más y compró una pieza de oro, la cual enterró en la tierra a la orilla de una vieja pared y todos los días iba a mirar el sitio. Uno de sus vecinos observó sus frecuentes visitas al lugar y decidió averiguar que pasaba. Pronto descubrió lo del tesoro escondido, y cavando, tomó la pieza de oro, robándosela. El avaro, a su siguiente visita encontró el hueco vacío y jalándose sus cabellos se lamentaba amargamente. Entonces otro vecino, enterándose del motivo de su queja, lo
Una paloma, incómoda por la molesta sed, vio una charca de agua pintada sobre un rótulo. Pero sin darse cuenta de que sólo era un dibujo, voló hacia ella a toda velocidad e inevitablemente chocó contra el rótulo, hiriéndose lastimosamente. Habiéndose quebrado las alas por el golpe, cayó a tierra donde fue capturada por uno de los transeúntes.
Un perro metido en un pajar gruñía y ladraba impidiendo a los bueyes comerse la paja que había sido colocada para ellos. – ¡Que egoísta perro!- Dijo un buey a sus compañeros - - Él no come de esa paja, y todavía pretende que los que sí comemos, no lo hagamos. Respeta siempre los derechos ajenos, para que así puedas exigir
Algunas grullas escarbaban sobre terrenos recién sembrados con trigo. Durante algún tiempo el labrador blandía una honda vacía, ahuyentándolas por el pánico que les producía. Pero cuando las aves se dieron cuenta del truco, ya no se alejaban de su comida. El labrador, viendo esto, cargó su honda con piedras y mató muchas de las grullas. Las supervivientes inmediatamente abandonaron el lugar, lamentándose diciendo unas a otras: -Mejor nos vamos a Liliput, pues este hombre ya no
Una tortuga que se recreaba al sol, se quejaba a las aves marinas de su triste destino, y de que nadie le había querido enseñar a volar. Un águila que paseaba a la deriva por ahí, oyó su lamento y le preguntó con qué le pagaba si ella la alzaba y la llevaba por los aires. - Te daré – dijo – todas las riquezas del Mar Rojo. - Entonces te enseñaré al volar – replicó el águila. Y tomándola por los pies la llevó casi hasta las nubes, y soltándola de pronto, la dejó ir, cayendo la pobre tortuga en una soberbia montaña, haciéndose añicos su coraza. Al verse
La golondrina y el cuervo discutían acerca de su plumaje. El cuervo terminó la discusión alegando: - Tus plumas serán muy bonitas en el verano, pero las mías me cobijan contra el invierno.
Un joven andaba cazando saltamontes. Ya había capturado un buen número cuando trató de tomar a un escorpión equivocadamente. Y el escorpión, mostrándole su ponzoña le dijo: - Si me hubieras tocado, me hubieras perdido, pero tú también a todos tus saltamontes.
Un Labrador colocó trampas en su terreno recién sembrado y capturó un número de grullas que venían a comerse las semillas. Pero entre ellas se encontraba una cigüeña, la cual se había fracturado una pata en la trampa y que insistentemente le rogaba al labrador le conservara la vida: - Te ruego me liberes, amo – decía, - sólo por esta vez. Mi quebradura exaltará tu piedad, y además, yo no soy grulla, soy una cigüeña, un ave de excelente carácter, y soy muy buena
La granada y el manzano disputaban sobre quien de ellos era el máximo. Cuando la discusión estaba en lo más ardiente, un espino, desde su vecindad alzó su voz diciendo severamente: - Por favor, mis amigos, en mi presencia, al menos déjense de esas vanas discusiones.
Un niño ciego de nacimiento, dijo una vez a su madre: - ¡Yo estoy seguro de que puedo ver! Y con el deseo de probarle a él su error, su madre puso delante de él unos granos de aromoso incienso y le preguntó: - ¿Qué es eso? El niño contestó: - Una piedra. A lo que su madre exclamó: - Oh mi hijo, temo que no sólo estás ciego, sino que tampoco tienes olfato.
Un viajero listo para salir de gira, vio a su perro en el portal de su casa estirándose y bostezando. Le preguntó con energía: -¿Por qué estás ahí vagabundeando?, todo está listo menos tú, así que ven conmigo al instante. El perro, meneando su cola replicó: - Oh patrón, yo ya estoy listo, más bien es a ti a quien yo estoy esperando.
Cierto día una liebre se burlaba de las cortas patas y lentitud al caminar de una tortuga. Pero ésta, riéndose, le replicó: -Puede que seas veloz como el viento, pero yo te ganaría en una competencia. Y la liebre, totalmente segura de que aquello era imposible, aceptó el reto, y propusieron a la zorra que señalara el camino y la meta. Llegado el día de la carrera, arrancaron ambas al mismo tiempo. La tortuga nunca dejó de caminar y a su lento paso pero constante, avanzaba tranquila hacia la meta. En cambio, la liebre, que a ratos se echaba a descansar en el camino, se quedó dormida.
Un hombre pobre se hallaba gravemente enfermo. Viendo que no podrían los médicos salvarle, se dirigió a los dioses, prometiendo ofrendarles una hecatombe y consagrarles múltiples exvotos si lograba restablecerse. Le oyó su mujer, que lo acompañaba a su lado, y le preguntó:
Salieron a pescar al mar unos pescadores y luego de largo rato sin coger nada, se sentaron en su barca, entregándose a la desesperación. De pronto, un atún perseguido y que huía ruidosamente, saltó y cayó por error a su barca; lo tomaron entonces los pescadores y lo vendieron en la plaza de la ciudad.
Navegaba un rico ateniense en una nave junto con otros pasajeros. De pronto, a causa de una súbita y violenta tempestad, empezó rápidamente a hacer agua el navío. Y mientras los demás pasajeros, con su esfuerzo, trataban de salvarse a nado, el rico ateniense, invocando a cada instante a la diosa Atenea, le prometía efusivamente toda clase de ofrendas si por su medio lograba salvarse.
Tenía un hombre una esposa siempre malhumorada con todas las gentes de su casa. Queriendo saber si sería de igual humor con los criados de su padre, la envió a casa de éste con un pretexto cualquiera. De regreso después de unos días, le preguntó el marido cómo la habían tratado los criados en casa de su padre, y ella respondió:
Un hombre hizo una estatuilla de un Hermes en madera y la llevó a la plaza para su venta. Como nadie llegaba a comprarla, se le ocurrió llamar la atención anunciando que vendía un dios que obsequiaba bondades y beneficios. Entonces uno de los curiosos le dijo: